Le Misanthrope

Celimena: Así, pues, opináis que para atraerse los corazones, débese, en buen amor, renunciar a la dulzura y poner el honor supremo de la pasión perfecta en injuriar a las personas amadas.

Elianta: Ordinariamente el amor se ciñe poco a esas leyes, y así se ve siempre a los enamorados elogiar al objeto de su elección. Nunca su pasión haya en ellos nada de censurable, sino que todo es satisfactorio en el ser amado. Los defectos se cuentan por perfecciones y sábeseles dar nombres favorables. La pálida es comparable en blancura a los jazmines; la negra hasta asustar, es una adorable morena; la delgada, tiene agilidad y buen talle; la gruesa, un porte majestuoso; la descuidada de su persona y falta de atractivos, es una beldad negligente; la giganta, es diosa a los ojos; la enana, una miniatura de las maravillas del cielo; la orgullosa, tiene el corazón digno de una corona; la pícara, es ingeniosa: la tonta, muy buena: la demasiado parlanchina, agradable de humor; y la muda, honestamente pudorosa. De este modo, los amantes extremados aman hasta los defectos de sus preferidas.

Molière

Si, así es como yo me siento respecto a esa persona. Quiero a esa persona como es, con su ingenio sátiro, su conocimiento, amo su forma de reír, amo su forma de enojarse, amo su forma de hablar, amo su forma de caminar, amo su forma de enseñar, amo conocerlo aunque sea un poco, amo lo que sea de el, sus virtudes y defectos. Y ahora él...