Ichigo

Ichigo

Ese día no se sentía bien, nuevamente estaba deprimida sin razón aparente. Prestar atención a la clase era una tarea imposible. En su cabeza sólo se encontraban las ultimas palabras de él –No creas que te quedaras tan tranquila, me vengaré así sea lo ultimo que haga. – Aquella ultima frase dirigida por su ahora exnovio la trastornaba un poco, sobretodo por el tono en que había sido dicha. No obstante esa no era la razón por la que estaba de ese ánimo. Ichigo sabía que él no se atrevería a hacerle algo, pues era de un temperamento en sumo tranquilo, pero aún así, las palabras seguían en su mente y parecían oponerse a desaparecer. Toda esta situación no le era de ayuda para aquella profunda tristeza en que estaba sumergida.

Pasaron unos minutos antes de que comprendiese que no tenía caso permanecer en el aula. Las palabras del maestro iban y venían sin ser comprendidas. Lo que Ichigo necesitaba era un lugar tranquilo y solitario para poder pensar y poner en orden sus ideas, alguna solución habría que tener su depresión. Levantó su mano para que el profesor notase su existencia. Pidió permiso para salir, pero para su mala fortuna el maestro no había tenido una buena mañana, así que le negó el permiso, aunque esto no la desanimó. Su puso de pie y fue a explicarle al maestro sobre el particular, al final la dejo salir de mala gana.

Se dirigió hacia su asiento para tomar sus cosas. Su mejor amiga, quien se encontraba sentada a su lado, le preguntó que si todo estaba bien. Ichigo hizo una media sonrisa y le contestó que si, que sólo le dolía la cabeza. Se dirigió cabizbaja hacia la puerta, de verdad se sentía mal, hasta el característico brillo en sus ojos verdes había desaparecido. Abrió con desgano la puerta y salió arrastrando los pies al caminar cerrando la puerta tras de sí.

Apenas estuvo afuera un ruido la sacó de su ensimismamiento, subió por un momento la mirada y se encontró con un par de ojos cafés que la observaban con una expresión de desprecio. Ichigo se quedó inmóvil, su expresión seguía siendo la misma, su ánimo no cambió en absoluto. Simplemente no le importó que él estuviese ahí. Estaba por comenzar a caminar, pero enseguida él le advirtió que no se moviese. Sin saber porqué lo obedeció. Permaneció quieta y en silencio, mirándolo con unos ojos inexpresivos, dándole a entender toda su indiferencia.

Él comenzó a hablar. – Espero que no pienses que he perdonado tu abandono. Te dije que me vengaría. – En ese momento sacó de su bolsa una pistola. Ichigo no se inmutó y siguió viéndolo. Él apuntó a ella, ella no se movió; él la amenazó, ella no trató de persuadirlo de que guardase el arma; él comenzó a hacer presión en el gatillo, ella siguió quieta.

Todos los estudiantes del salón 310 se sobresaltaron al escuchar un fuerte estruendo que venía del pasillo. Todos se quedaron inmóviles con los ojos fijos en la puerta, nadie se atrevía a moverse de su lugar, ni siquiera el profesor.

Ichigo seguía de pie, sus ojos se encontraban más abiertos, pero ella continuaba igual. El chico de ojos cafés la miró despectivamente una vez más y salió corriendo. Ella deslizó su mano derecha hasta su vientre, sólo lograba percibir como un líquido caliente se deslizaba por entre sus dedos. Elevó su mano hasta la altura de su cara y pudo ver aquel líquido violáceo cubriendo su mano blanca. No sentía ningún dolor proveniente de la herida, sólo sentía como sus fuerzas se acababan rápidamente.

No pasó mucho para que sus piernas fueran incapaces de sostenerla, Cayó de rodillas sobre el frío piso, la sangre no dejaba de brotar, cubriendo todo el suelo a su alrededor. La chica dejó caer el resto de su cuerpo, en su rostro se reflejaba una profunda tranquilidad. Su respiración se alentaba, apenas tenía la fuerza de mover un poco su mano, la que utilizó para quitarse el cabello de su cara. Cerró sus ojos con lentitud, ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cinco segundos? ¿Un minuto? ¿Una hora? ¿Acaso eso tenía importancia? No, ya nada la tenía, ya todo se habían tornado negro, sólo lograba escuchar voces preocupadas sin distinguir lo que decían. El ruido se alejaba a cada instante, ya casi se volvía inaudible. Pronto su respiración finalizó y con eso concluyó todo para ella.

Fin

Y he ahí, mi intento por narrar una muerte, las ganas me salieron después de ver la película Más Extraño que la Ficción, espero que no me haya quedado tan horrible y chafa o.o